Se quedó inmóvil frente al espejo y observó la cuadrícula de azulejos blancos tras él. El baño brillaba con luz de quirófano. Dejó caer sobre el lavabo una pecera redonda y entre los añicos vio girar aleteando a su único habitante. Esperó una vuelta y dos vueltas, y las que se tomó para desaparecer por el desagüe. Luego apagó la luz y salió como había entrado.
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