25.6.09

Ayer viste un edificio agazapado
tras los cipreses escarpados.

Te miraba furioso,
celoso quizá de tu fortuna
y se le encendían los ojos.

Ajeno a todo
o más consciente que nunca del mundo
estabas tú,
revelado en blanco y negro,
con el sol poniéndose en tus pupilas.

De tu mano una mujer
se aprendía de memoria
cada detalle de tu piel,
tratando de impregnarse de ti
hasta que volviera a verte.

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