13.11.08

Las hojas se dejan caer hacia el Este, insensiblemente arrastradas por el viento, que a su paso por el rostro va descorchando cicatrices.

La sangre brota en forma de cristales semiempañados moviéndose hacia el sitio más alejado de su alcance, a la vez que al punto menos ciego de su cuerpo.

La pequeña distancia que separó un último deseo sin cumplir se disuelve entre el ruido de las hojas al caer, hacia el Este, mientras se concentra opresivamente en el pecho, arqueando cada vértebra, exhalando el dolor en un grito que entumece.

1 comentario:

almu dijo...

Date la vuelta :)